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Remozado museo del oro y la cerámica prehispánica en Bogotá
Publie le Domingo 16 de enero de 2005 par Open-PublishingPor Javier Baena
Associated Press
BOGOTA - El Museo del Oro de Bogotá, remozado y ampliado a un costo de 10 millones de dólares, acaba de reabrir sus puertas con 50.000 piezas, de oro y cerámica, finamente elaboradas por los artesanos aborígenes que habitaron hace más de 2.000 años lo que hoy es el territorio de Colombia.
Los indios americanos de la era prehispánica consideraban el oro como un metal sagrado para la fabricación de los objetos destinados a honrar la autoridad y el poder de los caciques de las tribus y por ello produjeron una enorme cantidad de objetos que deslumbraron a los conquistadores españoles y despertaron su sed insaciable por el oro.
El Museo del Oro es considerado desde su fundación en 1939 como el depositario de uno de los más grandes patrimonios arqueológicos de Colombia.
"Aquí tenemos una de las más importantes colecciones de metalúrgica prehispánica del mundo", dice su directora Clara Isabel Botero, que muestra orgullosa las nuevas salas del Museo en 6.000 metros cuadrados, en las cuales arquitectos y diseñadores han colocado los valiosos objetos de oro en magníficas vitrinas, llenas de luz, colores y sonidos.
Para el 2007 la vieja sede del Museo, patrocinado por el Banco de la República, estará completamente renovada y añadirá otros 7.000 metros cuadrados para exhibir miles de piezas que han permanecido guardadas en bodegas.
La pieza emblemática del Museo es la pequeña balsa de oro de ofrenda ceremonial, hallada e incorporada al Museo en 1969, en la cual los nuevos caciques de la tribu Muisca eran bañados en oro y esmeraldas en la laguna de Guatavita, cerca de Bogotá y que fue descrita tal cual como se conserva hoy, por el cronista español Juan Rodríguez Frayle desde 1636.
"En aquella laguna se hacía una gran balsa de juncos. Desnudaban al heredero en carnes vivas y lo espolvoreaban en polvo molido, de tal manera en que la balsa iba cubierto todo de ese metal.
"Hacía el indio dorado su ofrecimiento echando todo el oro y esmeraldas que llevaba en el medio de la laguna", dice el relato del derroche de tesoros que ya era conocido por los conquistadores españoles y que desató la búsqueda de El Dorado, el oro y las piedras preciosas que los indios depositaban en estas ceremonias de investidura de sus caciques.
En 1537 Gonzalo Jiménez de Quesada emprendió la búsqueda de El Dorado, fracasó pero logró llegar un año después hasta la meseta de Bogotá, en donde fundó la capital colombiana.
El Dorado pasó a ser una leyenda como la fuente de la juventud que Juan Ponce de León, gobernador de Borinquen (Puerto Rico), buscó en dos expediciones en 1513 cuando descubrió Florida y luego en 1521 cuando enfrentó tribus feroces que diezmaron su ejército, lo dejaron herido y fue a morir a Cuba.
Los conquistadores españoles no hallaron El Dorado pero sí otros tesoros de oro: máscaras, pectorales, vasijas, aretes, figuras humanas y de animales, la mayoría de las cuales fueron fundidas. De las que se salvaron del saqueo, 30.000 permanecen en el Museo del Oro y 1.581 en 33 museos de Europa y los Estados Unidos.
Según los registros del Museo del Oro, la colección más importante de objetos precolombinos que hay en el exterior es el "Tesoro de los Quimbayas" de 1.012 objetos de oro, cobre, piedra, madera y hueso que fue donado por Colombia en 1892 a España, en agradecimiento por el laudo arbitral que produjo la reina María Cristina en un litigio limítrofe con Venezuela.
También hay centenares de piezas únicas en el Museo Británico y otros de Gran Bretaña, Holanda, el Vaticano, Dinamarca, Suecia, Suiza, Francia, Bélgica, Alemania, Italia y Estados Unidos.
Durante el 2004 unas 300.000 personas acudieron a ver en el Museo del Oro de Bogotá las maravillas de la orfebrería indígena de la era prehispánica. Al comenzar el 2005 las nuevas instalaciones del Museo, abiertas el 18 de diciembre, están atrayendo unos 1.500 visitantes diarios y se espera en el 2005 duplicar la cifra de visitantes de Colombia y el exterior.