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Crisis política en Brasil : Cuando la corrupción alcanza a la izquierda
Publie le Miércoles 7 de septiembre de 2005 par Open-Publishingpor Jesús Ramírez Cuevas
La ola de denuncias que estremecen a Brasil amenaza con hundir al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. Atacado por la derecha y por la izquierda, el presidente brasileño enfrenta nuevas revelaciones que lo implican indirectamente. Su partido, el PT, está dividido mientras sus adversarios analizan iniciar un juicio político en su contra. Los movimientos sociales han salido a la calle, unos en apoyo del presidente y otros para pedir nuevas elecciones. Todos coinciden en que debe castigarse a los corruptos y exigen un cambio de la política económica, una reforma política y la refundación de la izquierda. Brasil vive una encrucijada donde se juega su futuro
La tormenta política que ha azotado Brasil desde hace tres meses, amenaza con hacer naufragar al gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, envuelto en la peor crisis de gobierno desde 1992.
Interminables escándalos de corrupción han involucrado a prominentes personajes del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), acusados de sobornar legisladores, de desviar recursos públicos, utilizar fondos ilegítimos en la campaña electoral, evadir impuestos y de lavar de dinero. Las investigaciones iniciadas por el Congreso también afectan a empresarios, parlamentarios y dirigentes de varios partidos. Las más recientes revelaciones se acercaron peligrosamente al presidente y fueron aprovechadas por la oposición para anunciar la posibilidad de iniciarle un juicio político (impeachment).
Los principales comentaristas políticos y dirigentes sociales sostienen que el dinero ilegal para financiar campañas políticas en Brasil ha sido un mal endémico de su sistema electoral. El problema es que ahora involucró al primer gobierno de izquierda en la historia del país.
Sin una posición unificada, los movimientos sociales salieron a la calle a demandar el castigo a los políticos corruptos, incluidos los del PT. A su vez, coinciden en demandar una reforma política y el cambio de la política económica.
El derrumbe de esperanzas entre la izquierda brasileña lo expresa Joao Pedro Stedile, dirigente del Movimiento de los Sin Tierra (MST): "El gobierno por el que votamos en 2002 se acabó".
Sindicatos, organizaciones campesinas, estudiantiles, ong y sectores de la iglesia, que apoyaron el triunfo electoral del PT, hoy toman distancia. En un pronunciamiento conjunto señalan que "la izquierda privilegia los aspectos sociales y éticos que están en contradicción con la política económica del gobierno y la mercantilización de la política", cuyo extremo más visible son los escándalos que hoy sacuden a la coalición gubernamental.
Los escándalos
La crisis se inició en mayo pasado, cuando se descubrió un desvío de recursos públicos en Correos, que involucró a Roberto Jefferson, diputado del Partido Liberal (PL). Semanas después, Jefferson acusó al PT de haber montado una red de sobornos para comprar el voto de diputados de partidos aliados, a favor del gobierno.
A partir de entonces, las revelaciones no han cesado y cada semana se conocen más detalles y nuevas operaciones ilícitas que involucran al PT, a funcionarios del gobierno y a personajes de partidos aliados como el Partido de la Socialdemocracia (PSDB), el Partido Democrático de los Trabajadores (PDT) y el Frente Liberal (PFL).
Hace una semana, Lula todavía no se reponía de las revelaciones que involucran a su hijo por financiar su empresa con dinero público, cuando el publicista Eduardo Duda Mendonca, responsable de su campaña electoral, declaró ante la comisión parlamentaria que investiga los casos de corrupción, que Delubio Soares, ex tesorero del PT, le había ordenado abrir una cuenta en las Bahamas para recibir 10 millones de dólares destinados a las deudas de la campaña de gobernadores, senadores y diputados de partido aliados al PT.
Este caso se suma al de Marcos Valerio Fernandes, publicista acusado de armar la red de sobornos a parlamentarios, atribuida a José Dirceu, ex jefe del gabinete presidencial.
Como consecuencia de las maniobras financieras y políticas ilegales, José Dirceu, el hombre fuerte del PT y arquitecto de su triunfo electoral, se vio obligado a renunciar. También han dejado sus cargos los principales dirigentes del PT, desde su presidente José Genoino, el tesorero Delubio Soares y el secretario general Silvio Pereira.
El nuevo presidente del PT, Tarso Genro declaró a Clarín que el dinero ilegal suma unos 300 millones de dólares, de los cuales, sólo 24 millones fueron para el PT y para el PSDB. "El escándalo es la punta del iceberg de una estructura ilegal" que alcanza a todas las fuerzas políticas.
El dirigente petista declaró que Lula no estaba enterado de las ilegalidades pero admitió que si se demuestra lo contrario, su partido le retiraría el apoyo. "Esto pasó por culpa del pragmatismo que adoptamos para dar gobernabilidad al país".
La división interna del PT se ha profundizado. Hace unos días, 22 diputados de 91 que tiene el PT y cuatro senadores del mismo partido, anunciaron que analizan su separación del partido si no son castigados los responsables de la corrupción, algo a lo que la mayoría del PT, aún controlado por Dirceu, se opone.
Obligado por las nuevas revelaciones que le tocaron cerca, el presidente Luiz Inácio Lula dio un mensaje a la nación el pasado 11 de agosto. En cadena nacional afirmó que fue "traicionado por prácticas inaceptables" de las que, dijo, nunca haberse enterado. "Estoy consciente de la gravedad de la crisis política. Ella comprende a todo el sistema partidario brasileño", expresó Lula en un discurso que no convenció.
Al declarase "indignado" por los escándalos, el mandatario anunció su determinación de "sancionar a todos los corruptos".
La situación ha sido aprovechada por la oposición de derecha que busca destituir al presidente. Los medios de comunicación compiten por ver cuál hace las revelaciones más escandalosas sobre ilegalidades cometidas por personajes vinculados al gobierno. De hecho, el canal del Congreso que transmite las sesiones de las comisiones investigadoras ha batido récord de audiencia.
Esta crisis ya ha afectado la popularidad de Luiz Inácio Lula. Aunque aún se mantiene arriba, el margen se ha estrechado y por primera vez se habla de que no ganaría en una segunda vuelta contra su rival José Serra, del PSDB.
Según diversos analistas, Lula, cuya imagen de líder obrero fue forjada en las luchas contra la dictadura que le valieron la cárcel, ahora se transforma en la figura de una izquierda que en el poder asume las reglas de un sistema corruptor.
El gobierno del PT prometió en su campaña combatir el hambre, una reforma agraria que volvería propietarios a millones de agricultores sin tierra, atajar el analfabetismo y combatir la violencia. Promesas incumplidas que se proponía realizar sin romper sus compromisos con los sectores conservadores aliados, ni con el Fondo Monetario Internacional.
Encrucijada de los movimientos sociales
Esta semana comenzaron las primeras manifestaciones sociales para encarar la crisis. El anunciado ciclo de movilizaciones comenzó este martes 16 con la asistencia de 10 mil personas convocadas por la Unión Nacional de Estudiantes (UNE), la Central Unica de Trabajadores (CUT), y algunos sectores del MST. Los manifestantes respaldaron al presidente ante los intentos de la derecha por destituirlo, pero exigieron castigar a los corruptos, reforma política y el cambio de la política económica.
"Estamos aquí para pedir que la corrupción se investigue y que los culpables sean castigados, pero también para defender a Lula", dijo Joao Feliciano, dirigente de la CUT.
Al día siguiente, transcurrió otra marcha, ésta vez de protesta contra el gobierno, convocada por fuerzas ubicadas a la izquierda del PT. Ahí, unos 20 mil asistentes demandaron "castigo para todos los corruptos, incluyendo a Lula" y se pronunciaron por adelantar las elecciones presidenciales.
"El pueblo tiene que salir a las calles, no es posible que siga este robo", declaró la Coordinación Nacional de Luchas, que agrupa a 200 sindicatos, entre ellos los de maestros y trabajadores siderúrgicos. "La parte más fácil es pedir la salida de todos, es más complicado saber qué hacer después y ahí no tenemos una posición definitiva", declaró su vocero André Valuche.
A nombre de miles de estudiantes que se pintaron la cara de verde y amarillo (colores nacionales), Marcelo Gaviao advirtió: "No sirve que cambien los actores y permanezca el mismo escenario. O cambia la política brasileña o los estudiantes tendrán que volver a pintarse la cara para pedir la destitución de todo el Congreso".
"Encarar la verdad"
El movimiento social brasileño está dividido. Los sectores más radicales, agrupados en torno a la Asamblea Popular además del castigo a los corruptos, exige cambios en la política económica y adelantar las elecciones porque "el gobierno se alejó del pueblo". Esta postura es apoyada por corrientes de izquierda de la CUT, la disidencia interna del PT y el PSOL y el PSTU.
Otro segmento, identificado como Consulta Popular, sostiene que "los movimientos sociales dieron varias oportunidades a Lula de aliarse con los sectores organizados de la sociedad; asumimos que el gobierno está rompiendo con el pueblo", según declaró Sergio Göergen del MST.
Consulta Popular se articula en torno a líderes históricos del MST y otros grupos como el sindicato de abogados. Ellos señalan que "el principal error del PT fue apostar exclusivamente a la disputa institucional, adaptándose a los mismos métodos utilizados por la derecha".
A pesar de sus resistencias internas, los sectores sociales más cercanos al PT y al gobierno de la Coordinación de Movimientos Sociales (CMS), han terminado por reconocer "el carácter antipopular del gobierno de Lula". Aunque defienden a Lula, a cambio piden una "económica antineoliberal". La CMS es la mayor coalición pues la integran organizaciones nacionales como el MST, la CUT y la UNE.
Mientras que el nuevo presidente del PT, Tarso Genro llama a "reinvertar" el partido, Consulta Popular impulsa "la refundación de la izquierda para refundar Brasil".
El MST, más crítico, afirmó que "la corrupción es un mal endémico de las clases privilegiadas que se apoderan de los recursos públicos". "El gobierno frustró a todos y desfiguró la voluntad de los 53 millones de electores", declaró.
La Asamblea y Consulta Popular coinciden en llamar a la unidad de todas las fuerzas de izquierda "para dar una salida popular a la crisis. Es imprescindible que el pueblo se movilice y articular a todas las fuerzas sociales que quieren cambios antineoliberales".
Al interior de los movimientos sociales que llevaron a Lula al poder hay un fuerte debate, aunque en medio de esta crisis, todos sostienen que mantendrán su autonomía en relación a los partidos, el gobierno y el Estado.
El presidente Lula da Silva sabe que si pierde el apoyo social, tiene muy pocas posibilidades de reelegirse en 2006.
De la conmoción general, el pueblo brasileño ha pasado a un estado de decepción nacional por la corrupción que ha manchado al gobierno de izquierda. Esta crisis política tendrá un impacto negativo en la izquierda del mundo que vio con esperanzas al arribo al poder de Luiz Inácio Lula da Silva.