Portada del sitio > Crimen y castigo
Por Juan Barbagelata
Paraná, Entre Ríos, Argentina.
“... y cuando digo revolución, quiero dar a entender una verdadera revolución, más radical y completa que la revolución rusa, por ejemplo. Lo sigo pensando todavía, pero no creo que pueda hacerse política o económicamente. Los gobiernos no pueden hacerla. Sólo los individuos, trabajando cada cual silenciosa e independientemente. Tiene que ser una revolución de los corazones.” Henry Miller.
Fui invitado, el pasado 8 de Julio, a participar en una página web contra el terror y el terrorismo. Me sentí halagado con la carta recibida desde www.7-j.org , pero a la vez me generó sentimientos contradictorios.
Ya me sucedió antes con el atentado a las torres Gemelas y ahora con Londres.
Antes que nada, deseo aclarar que es un horror el terrorismo y la muerte de gente inocente.
Es un horror toda forma de terrorismo, bien lo sabemos quienes somos habitantes de Sudamérica, con las respectivas dictaduras que hemos padecido.
En Argentina desaparecieron 30.000 personas a causa de la dictadura militar, avalada por los EEUU.
En Brasil varios miles murieron o fueron sometidos a cárcel y tortura. Dictadura también avalada por el gran país del norte.
En Uruguay se repitió la historia.
En Chile, aún hoy, luego de varios años de democracia siguen apareciendo muertos desde debajo de las baldosas. Muertos que generó la dictadura del general Pinochet, que no casualmente buscó refugiarse en Londres hace unos años y que ahora, se descubren sus cuentas millonarias ilícitas en bancos de... los EEUU. Cuando Salvador Allende moría en la Casa de la Moneda (palacio gubernamental), salvajemente asesinado mientras defendía la democracia con su vida, en Valparaíso desembarcaban Marines Norteamericanos para “garantizar” el éxito de la operación. La operación, el golpe de estado planeado por Henry Kisinger (premio Nóbel de la Paz?) era para asegurarse la producción de cobre barata para los circuitos electrónicos de la ITT, ya que Salvador Allende había re-estatizado las minas de cobre de la cordillera de Los Andes. Hoy el cobre es la base de la economía chilena.
Casos como este tenemos más actuales, el intento de golpe de estado en Venezuela contra Chávez, organizado desde la embajada de los EEUU y con un portaaviones de ese país en las aguas limítrofes, tal vez para “garantizar” la operación.
Esto que cuento sirve para graficar que la perspectiva que podemos tener nosotros, habitantes del tercer mundo, ciudadanos de países “periféricos”, denominados así por los países “centrales”, cuyos representantes están siempre sentados a la mesa del G-8, es por lo menos distinta.
Es culturalmente distinta, y este término cultural no tiene que ver con intelectualidad o capacitación universitaria, tiene que ver con una forma de ver el mundo.
Para ejemplo basta un botón.
Esta semana pasada aconteció el Live8, donde los más famosos músicos del mundo tocaron en un festival televisado, transmitido por radios y por internet para reclamar el perdón de la deuda externa de algunos países africanos. Es muy loable la actitud de Bob Geldof, de Bono, de Pink Floyd. Pero en la organización hubo una discusión en la que participó Peter Gabriel, ofendido porque a los grupos africanos que se invitó a tocar en este festival, con varios escenarios en los países “civilizados”, les dieron los escenarios que no fueron televisados.
Gran paradoja, se defiende a pueblos a los que se les niega representarse a sí mismos en un evento cultural. El motivo de esta forma de programación era el rating televisivo, que enojó mucho a Gabriel. Pusieron las bandas mas famosas, las más ricas también, para la tv. Dejando de lado a los negritos, que bueno, son “periféricos”.
Por otra parte, los países que serán “perdonados” de pagar su deuda externa, son incobrables, o sea que se le perdona la deuda a quienes de ninguna forma, aún vendiendo los órganos de sus habitantes en el mercado negro del tráfico de órganos para transplantes podrían pagar.
La generosidad del Banco Mundial y del FMI, a veces toma ribetes tragicómicos. Generalmente son trágicos.
“El horror, el horror...” decía el general Kurtz encarnado por Marlon Brando en Apocalipsis Now. Esta película, basada en la novela de Joseph Conrad “El corazón de las tinieblas”, relata el viaje de un capitán de ejército que tiene que asesinar al general Kurtz en lo profundo de camboya durante la guerra de Viet Nam. El general Kurtz había sido encomendado para organizar una guerrilla antivietcong y terminó uniéndose y admirando a los guerreros camboyanos por su cultura y su valor y su ética. Entonces se pasó al bando “enemigo”.
En la película “Bajo fuego”, Nick Nolte encarna a un fotógrafo periodístico que habiendo ganado el Pulitzer cubre la lucha en Nicaragua, entre la guerrilla y la dictadura Somocista, en un momento conversa con un guerrillero que le dice que no se equivoque, que la guerra no es este-oeste, comunismo-anticomunismo, sino norte-sur, desarrollo-subdesarrollo.
Entre los que son saqueados y los saqueadores.
Posteriormente vimos como ganaba la revolución Sandinista y como la CIA financiaba a la contra con tráfico de cocaína entre Colombia y EEUU.
Anteriormente financiaron la guerra de Viet Nam (cuando el congreso les recortó el presupuesto) con tráfico de heroína desde el triángulo de Laos a su propio país.
La guerra de Viet Nam causó tanto daño en el territorio que aún hoy no se recuperan las tierras del bombardeo con defoliantes químicos, las míticas armas químicas que acusaron de tener a Saddam y no existían, contaminando más de 15.000 kms2. Uno de estos defoliantes contenía como impureza más de 100kgs de dioxina, y la difusión de esa sustancia ha causado desde entonces defectos de nacimiento, abortos y cáncer de hígado en los seres humanos.
Entre 1945 y la actualidad tuvieron lugar más de 130 guerras civiles y regionales en las que participaron alrededor de 81 países, en su mayoría del tercer mundo. Además de los sufrimientos humanos y de un desperdicio astronómico de recursos, por lo menos 12 de esas guerras causaron considerables daños ambientales.
Si vemos los mapas adjuntos que señalan cuáles son los países productores de armas y cuáles son los países donde se han desarrollado estas guerras, creo que se aclara el panorama sobre quien ejerce el terrorismo y quien lo sufre.
La lucha es evidentemente económica, entre quienes tienen recursos naturales valiosos y quienes se quieren apoderar de ellos.
Mientras los EEUU, junto con sus secuaces, contaminan más del 25% de los recursos del planeta, mientras invaden países del medio oriente para apoderarse de su petróleo derrochado en una orgía consumista que lleva demasiados años, más de 3.000 millones de personas no tienen la posibilidad de acceder al agua potable. Mueren al año más de 750.000 personas por enfermedades conectadas con el consumo de agua contaminada.
Más del 60% de los niños del mundo no tienen la comida diaria necesaria para vivir.
En Argentina, un país acosado por el Banco Mundial y por el FMI, que produce alimentos para 300 millones de personas teniendo 40 millones de habitantes, hay nueve millones y medio de niños por debajo del nivel de pobreza, la mitad casi no come, más de cien niños mueren diariamente a causa de la pobreza, por hambre, falta de atención sanitaria adecuada, etc.
Esto es terrorismo.
Y no lo ejerce el Islam.
Leo que el Papa Benedicto XVI le ruega a Dios que ilumine a los terroristas para que termine la muerte.
Y me parece muy bien.
Yo también ruego que Dios ilumine a Bush, Blair, y Berlusconi.
Demás está decir que si revisamos la geografía de Africa y América Latina veremos que la mayoría de los países hemos sido colonia de algún país europeo y/o sajón. Y que la liberación ha costado sangre, dolor y muerte a las colonias que querían liberarse.
América no fue descubierta por Cristóbal Colón, ya existía una sociedad que tenía una astronomía que el viejo continente no, ya tenía una sociedad organizada con reparto equitativo de la producción, donde no morían niños de hambre.
Pero fuimos “evangelizados” y hoy los turistas del primer mundo visitan Machu Pichu para ver lo fantástica que era la civilización arrasada por sus abuelos.
Turistas que todavía creen que Río de Janeiro es la capital de Argentina y donde se baila tango mientras un enjambre de niños descalzos en pleno invierno revisan la basura de un Mc Donalds en el centro de Buenos Aires.
Será que las leyes de acción y reacción siempre se cumplen, lo dice la Física.
Cuando yo era más joven y militaba en organismos políticos, intentábamos acción en pos de la solidaridad, el reparto equitativo y el bienestar de todos. Los reaccionarios eran las personas que ante este tipo de acciones querían que nada cambie. Para nosotros eran personas malas.
Ante la acción de invadir países por su ubicación estratégica, por su petróleo o por cualquier riqueza, empiezo a dudar si los reaccionarios son los buenos de la película.
O como reaccionarías si un grupo armado entra a tu casa volteando la puerta de una patada, ametrallando a tus hijos, tu abuela, tu esposa y luego se roban todo lo que produjiste?
Qué sentimientos tendrías?
Este tipo de escenas están muy bien documentadas en la película hecha sobre cómo cubrió la guerra de Irak el canal Al Jazeera, mostrando los crímenes de la coalición, las torturas y demás autoritarismos que por supuesto no mostraron ni CNN ni Fox. También lo puedes ver en Fahrenheit 9/11 de Michael Moore.
En este tipo de guerras perdemos todos.
No se soluciona incendiando mezquitas en Londres o Australia o Nueva Zelanda como vemos en los diarios.
Los líderes mundiales se pelean y los despedazados somos los pueblos, sobre todo los de los países “periféricos”.
Hace unos días, cursando un seminario internacional de cine documental, vimos uno de un grupo de estadounidenses que fue armado con publicidades dela empresa Boeing, que fabrica aviones de guerra. Era patético ver como mostraban sus armas y su poder destructivo para decirle al pueblo norteamericano que “pueden dormir tranquilos porque estamos protegiendo su cielo”. Estas publicidades son emitidas desde el atentado de las torres Gemelas.
Y sí los cielos están protegidos, pero el saqueo que han hecho en el tercer Mundo, generó inmigraciones económicas que llegan al punto de absurdo de que los norteamericanos o ingleses temerosos del ataque terrorista tengan una niñera pakistaní en su casa o un jardinero nicaragüense o como se ve en las noticias que las pandillas de latinos de la ciudad de Los Angeles están compuestas por Salvadoreños que emigraron por culpa de la guerra civil alentada por los EEUU.
Los gobiernos de distintos países se empeñan en atacar el síntoma cuando deberían curar la enfermedad.
No espero un cambio desde las esferas del poder político.
El cambio tendrá que venir de nosotros, el pueblo.
Que los ciudadanos ingleses y norteamericanos que no quieren más terror hagan marchas para pedir que las fábricas de armas se muden de sus países.
Que todos impidamos que las fábricas de armas se radiquen en los nuestros.
Puede ser un buen comienzo.
Pero entonces el cambio, la revolución, tiene que venir de los corazones.
Amigo de los países “centrales”, si plantaste papas, no esperes zapallos.
Juan Barbagelata