Carta de Jaime Caycedo a Hector Abad Faciolince (Revista Semana)

Bogotá, diciembre 27 de 2005



Señor
Héctor Abad Faciolince
Revista SEMANA
Ciudad.


Señor periodista:

un modo de pensar “oficial” parece predominar hoy en día. Prescribe y establece normas. Nos pone al día sobre el deber ser y el cómo opinar. Podría considerarse un criterio más, si no estuviera soportado por el poder de los medios y su inexpugnable refuerzo económico-político.

Usted le da, primero, un nombre al fenómeno que pretende ubicar, descalificante y peyorativo para las personas, pero recordado por usted con cierto cínico regocijo. En el término mamerto intenta englobar situaciones y hechos históricos que a usted le parecen emparentados, desde el GULAG, hasta Fidel, desde Plinio Apuleyo, hasta el semanario VOZ y su director, Carlos Lozano. Para usted, “todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor”, como dice el tango. Guerrilla y paramilitares, todo es lo mismo. Izquierda y derecha deben “condenar la violencia guerrillera y el horror paramilitar como dos abominaciones simétricas”. Quien no lo haga en los términos de referencia que usted establece, es decir, la igualdad absoluta entre todos los fenómenos, simplemente queda en la categoría de culpable.

Usted no acepta reflexiones críticas, observaciones explicativas, enfoques históricos distintos de la versión oficial. Según usted, lo que hay que condenar son los métodos, sin preguntarse por los intereses, las razones profundas, las causas estructurales. Ciertos métodos pueden representar una crueldad terrible. No deberían existir en un país civilizado. Pero no es legítimo examinar esa cruda realidad aisladamente del drama social de la historia nacional, que no ignoramos pero que usted tampoco puede ignorar. Los comunistas, el movimiento popular, las fuerzas democráticas, luchamos porque termine la barbarie. Creemos que es posible suprimir las causas que la han provocado. A eso hemos llamado una paz democrática con justicia social, con plena libertad política, para todos (as) en cada rincón del territorio. Estamos sinceramente convencidos de que una solución política negociada, mediante el diálogo y acuerdos humanitarios, es una vía en esa dirección.

De nada valdría condenar a diario los hechos dolorosos que nos agobian si no se actúa para cambiar las condiciones sociales, políticas y culturales determinantes de un conflicto armado que existe, realmente, y que no puede simplificarse para atribuirlo a una expresión de delincuencia.

Usted se pregunta si los que denomina “comisarios comunistas” somos de izquierda. Por lo visto no tiene usted muy claro que es ser de izquierda o derecha, en la mezcolanza de elementos que amalgama. Quienes usted pretende llamar comisarios son seres de carne y hueso, ciudadanos (as) colombianos (as) que han luchado toda una vida por sus convicciones, sufrido atentados, cárcel, persecución y amenazas. Hemos actuado con la palabra, la prensa, la organización popular, la acción de masas, la denuncia pública, la tribuna parlamentaria, sin armas. No figuramos en los procesos por corrupción, narcotráfico, politiquería, peculados, sobornos, que tanto abundan en los medios de la derecha. No somos parte del poder dominante actualmente en Colombia ¿Con qué bases puede argüir una pretendida “enfermedad totalitaria de la izquierda”?

Si usted mismo habla sin fundamentos o solo con presunciones, ¿Cómo puede señalar a otros de “dogmatismo y ceguera ideológica”?

En un momento en que la izquierda avanza en América Latina. En un momento en que la izquierda en Colombia se une para hablarle al país frente a la arremetida asimétrica y ventajista de la derecha gobernante, ¿Sería exigir demasiado el que pudiera sustituirse la diatriba macartista por un diálogo que respete el punto de vista del Otro?

Los comunistas se lo proponemos e insistimos en que es una forma de encontrar caminos. ¿Usted lo aceptaría?

Atentamente,

JAIME CAYCEDO TURRIAGO
CC 17 141 874
SECRETARIO GENERAL DEL PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO