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Por Antonio Peredo Leigue
Febrero 3, 2006
Fue una suerte que saliera el sol, el sábado 21 de enero, justo en el momento en que se inició el acto en que Evo Morales recibió los símbolos de mando de los pueblos originarios. Y fue coincidencia que no lloviera, el domingo 22, mientras el Presidente recién investido hacía su promesa de cumplimiento ante el pueblo, en la plaza San Francisco de La Paz.
Pero no es suerte, coincidencia ni mera casualidad, la elección de un gabinete que rompió esquemas tradicionales, la formulación de una Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (LOPE) que diseña nuevas estrategias de poder ni la reducción de sueldos de las principales autoridades del país.
Cada una de estas medidas ha recibido una andanada de críticas, desde todos los ángulos, confirmando la frase cervantina: "Ladran los perros Sancho, señal de que avanzamos".
De estirpe burocrática
Para los grupos de poder, la posesión del primer gabinete de ministros que designó el Presidente Morales Ayma, fue un escándalo. Un indígena que nunca transitó las alfombras rojas de la diplomacia encabezaba la lista como Ministro de Relaciones Exteriores. En Gobierno, nada más ni nada menos que una mujer. En Defensa, un abogado, sobre el que se centraron los más duros ataques, a falta de argumentos. Un dirigente obrero en Trabajo. Una trabajadora del hogar en Justicia. Una microempresaria en Producción y Microempresa.
Todavía hoy, a dos semanas de esa posesión, se cuestiona la falta de "profesionalismo" de la Ministra de Justicia, la presunta parcialidad que tendrá el Ministro del Trabajo porque es obrero y las dificultades con que tropezará la Ministra de Gobierno, por ser mujer.
Durante mucho tiempo, el círculo de políticos profesionales, se acostumbró a mirar sólo hacia sí mismos para ocupar los puestos de decisión en los gobiernos. Basta recordar a un personaje que fue ministro del área económica de un presidente mirista y canciller de otro adenista, la recurrencia de un viceministro diplomático que transitó por varios gobiernos y aquel otro que se ocupó de educación en una administración y pasó a relaciones exteriores en la siguiente.
Son los políticos "de estirpe", que hasta llegaron a considerarse una clase especial: la "clase política"; vale decir, que se constituyeron en los poseedores de la sabiduría administrativa del país. Su gestión de veinte años, dejó a Bolivia en las condiciones económicas, sociales y políticas en que recibió el gobierno, el Presidente Evo Morales.
Ahora, aprenderán que, la justicia, es un tema que nos interesa a todos, porque todos debemos ejercerla y, en consecuencia, debemos saber administrarla. Aquella "clase política" descubrirá, en este nuevo tiempo, que el orden y la seguridad ciudadana no es cuestión de represión, ni siquiera de solución de conflictos, sino de diálogo que evite la confrontación. Tendrán que entender, quienes se creyeron insustituibles, que la producción, en Bolivia, tiene su mayor concentración en los artesanos que trabajan en familia. Pero, sobre todo, para escándalo mayúsculo y contra toda su convicción, sabrán que puede conducirse relaciones internacionales en un plano de respeto mutuo, porque Bolivia es soberana y sus hombres y mujeres tienen dignidad.
LOPE’s mediatizadas
Leo en los periódicos: "Lo cierto es que en este campo (la organización del Poder Ejecutivo) no se descubrirá la pólvora, pero sería importante que, a diferencia de lo que sucedió con las reformas a la LOPE de 1997 y 2002, la que ahora se apruebe contenga una visión de largo plazo y no sea que dentro de cinco años volvamos a modificar la estructura del Poder Ejecutivo".
Que hay una visión distinta y se proyecta a largo plazo, es evidente en el proyecto que presentó el Ejecutivo y ya está corriendo aprobación en el Parlamento. Se trata de restablecer la atribución del gobierno para organizar el país, al contrario del propósito neoliberal de "dejar hacer, dejar pasar". Establece, también, una decisión de fortalecer las organizaciones sociales que fueron disueltas, perseguidas y distorsionadas por los partidos tradicionales. Marca una gran diferencia entre la política favorecedora del gran capital transnacional y la voluntad de fundar la vocación productiva del país.
Pero tampoco se trata de fijar una LOPE que dure cien años. El proceso de desarrollo nacional requerirá, en forma permanente, de rectificaciones y reconducciones que vayan salvando los escollos que pondrán los enemigos y ajustando los emprendimientos que surjan de las nuevas relaciones de producción.
La calificación en dinero
Después de veinte años de pregonar que, para tener buenos funcionarios que conozcan su materia, sean eficientes e inmunes al soborno, había que pagar buenos sueldos, el neoliberalismo debiera avergonzarse de los resultados. Los altos funcionarios que se fijaron pagos elevados, recibieron bonos ilegales y gozaron de variadas prebendas en el ejercicio del poder, no fueron más honestos, ni eficientes. La corrupción campeó en los círculos de la "clase política" y la mediocridad fue la norma de su labor.
Frente a eso, el Presidente Morales Ayma decidió una sustancial reducción de los haberes en el gobierno y demandó, a los parlamentarios, una medida igual. El ahorro que importará esta medida, no solucionará el déficit del Presupuesto General de la Nación; no es esa la intención. Se trata de un claro mensaje dirigido a los sectores más pobres que han visto cómo, mientras se negaba aumento a los trabajadores de menores ingresos, los altos funcionarios no tenían límite para elevar sus ingresos.
Por cierto, aún entre los parlamentarios del MAS, hay quienes resisten esta reducción. Argumentos no faltan para defender la mantención de los sueldos actuales. Por su parte, la derecha, aprovecha esa situación para acusar, al nuevo gobierno, de "actitudes demagógicas".
Incluso, buscando recuperarse de su derrota, ha planteado un desafío: que se rebajen los sueldos jerárquicos en todo el aparato del Estado y aumenten cinco veces el salario básico. Saben muy bien que sería el derrumbe del presupuesto fiscal y de la frágil estabilidad económica que han dejado.
Como ellos se enriquecieron en 20 años de gobierno, no tienen ningún problema en reducirse las dietas parlamentarias y hasta en dejar de percibirlas. Pueden vivir de sus rentas hasta lograr que, el nuevo gobierno, fracase en su programa.
Dos más dos son cuatro
Los cálculos de la derecha son errados. Hay un pueblo movilizado. Las dudas que puedan darse, en los sectores populares y hasta en el mismo MAS, serán superados por una definición que ha hecho carne en todo el pueblo boliviano: tenemos que cambiar y el cambio comienza con nosotros mismos. Y el 18 de diciembre el pueblo dijo que está dispuesto a hacerlo.
Los partidos tradicionales tendrán que recibir algunos golpes más, tanto o más fuertes que el que recibieron, para aprender estas lecciones.